La gran estafa americana supone la consagración y el apogeo de la carrera de David O.Russell y se perfila como el director indie más galardonado de este momento.
Sus esfuerzos camaleónicos han quedado avalados por sus cambios de pieles, pasando por tramas bélico-políticos en Tres Reyes, el drama del ring en The Fighter o comedia ácida en El lado bueno de las cosas. Cabía esperar una nueva reencarnación temática, y para la ocasión se ha vestido de thriller policíaco/estafadores de los años 70. En numerosos medios está catalogada como comedia (de hecho en los Globos de Oro disputó y ganó en ese apartado), pero yo sinceramente no veo por ningún lado cómo encajarlo en ese género, porque si bien tiene guiños humorísticos, son un anexo que no copa el epicentro de la cinta.
Todos engañamos para sobrevivir
La susodicha, cuenta la historia de un ladrón de guante blanco, Irving Rosenfeld (Christian Bale), que junto a su seductora amante Sydney Prosser (Amy Adams), forman una pareja de estafadores de gran astucia que por infortunios del oficio, se ven obligados a trabajar para el agente del FBI Richie DiMaso (Bradley Cooper) a cambio de su inmunidad penal. DiMaso no controla sus ansias de poder y pronto deja de conformarse con cazar a timadores de poca monta para picar más alto, hacia los peces gordos de las altas esferas. En este sofisticado plan no cuentan con el papel que pueden jugar terceras personas en discordia como la mujer de Irving, Rosalyn (Jennifer Lawrence).
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La gran estafa americana, porque sí, es cierto que no ha creado un género sino que lo ha reinterpretado a su modo. Un modo que por cierto, está plagado de tics scorsesianos como las voces en off que van pasando de un personaje a otro, la estética pulidísima y las escenas a cámara lenta que se recrean hasta el infinito.
La diferencia es que todo lo que compone esta obra está cuidado hasta el más mínimo detalle, empezando por las deslumbrantes interpretaciones. Todo director de renombre que se precie tiene a su pelotón habitual de actores y para O.Russell no iba a ser distinto. En esta convocatoria tenemos a un Christian Bale que es imposible que sea más versátil, porque decir Bale y camaleón es lo mismo. Además de que sus registros se presentan con cambios de físico radicales que para la ocasión han venido con barriga cervecera y alopecia (en este film no está en su mejor sex appeal).
Bradley Cooper poco a poco se va deshaciendo de su estigma de actor de películas facilonas para perfilarse un caché de primera división. Amy Adams da vida a una de sus interpretaciones más brillantes, no creo que fuera posible haber desprendido mejor la sensualidad arrolladora y astucia que exigía su personaje, mientras que Jennifer Lawrence encarna a la perfección esa descripción que hace el personaje de Bale cuando la presenta: “Me encantó su gran misterio hasta que descubrí que ese misterio en realidad era carácter depresivo”. Lawrence congenia a las mil maravillas con los roles de perturbada, decidido.
La caracterización y la estética son donde descansa principalmente la gran solvencia del film, que van desde los tupés de Jeremy Renner, los ricillos marcadísimos de Bradley Cooper, los escotazos de Amy Adams hasta la transformación que ya he comentado de Christian Bale.
Los diálogos son simplemente espectaculares, encajan ahí donde la situación no termina de cuadrar, aunque puedan verse algo desinflado por la falta de agilidad de los 138 minutos, que a veces se estiran hasta la saciedad las subtramas y pueden restarle algo de impacto al final.
Pero sin duda, la columna vertebral que suma mayor virtuosismo es la banda sonora, que está tan presente y arraigada como cualquier otro de los personajes y va conduciendo todos los acontecimientos como un narrador de la historia. Desde una Jennifer Lawrence cantando como una posesa con guantes de cocina el “Live and Let die” de Paul McCartney and the Wings, un “Jeeps Blue” de Duke Ellington que marca el principio del romance de Bale y Adams o un “I feel love” discotequero de Donna Summer.
Live and let die- Paul McCartney and the Wings
I feel love- Donna Summer
Frases destacadas de La gran estafa americana:
Irving: Para conseguir millones, necesitas millones.
Rosalyn: Los mejores perfumes llevan algo nauseabundo.
Sydney: Estaba sin blanca, mi único deseo era ser distinta a mí misma.
Irving: Cuanto más les dices que no, más quieren. Menudos estúpidos.
Sydney: ¿Alguna vez han tenido que sobrevivir sabiendo que las condiciones no eran las adecuadas?